Los 10 miedos sexuales más comunes de los hombres
No solo las mujeres tienen dudas e inquietudes. Ellos también tienen sus vueltas al momento de encarar un encuentro. Las enumeramos y te damos algunos tips.
En los hombres existen situaciones psicológicas estrechamente unidas a lo sexual. Algunas de ellas son:
1) Miedo a no gustar
Es un problema muy corriente entre los hombres, que se inicia mucho antes de llegar al acto sexual. El deseo de ser reconocido, “gustar” a una mujer, ser deseado por ella, forma parte del contexto interpersonal necesario a los fundamentos de la propia identidad.
2) Miedo a no saber “encarar”
En el acercamiento a una mujer, un hombre puede tener miedo al rechazo expresado de casi infinitas maneras. Algunos temen parecer tontos o inseguros, otros, las posibles reacciones agresivas de la mujer. La necesidad de tener permanentemente ciertas garantías de éxito puede retardar mucho tiempo el mínimo acercamiento a la pareja potencial.
3) Miedo por lo que sucederá
Cuando estos hombres llegan al acto sexual, no están relajados, sino preocupados por lo que sucederá. El resultado siempre es una intensa pérdida de la espontaneidad, una carencia de placer y, por lo tanto, un déficit seguro en la calidad de la erección, lo que confirma la premonición del paciente: “¡He fracasado!”.
4) Miedo a no tener la erección
Muchos hombres temen ser rechazados si no tienen rápidamente una erección. Esto solo es posible –y no en todos los casos- cuando se es joven, entre los 18 y los 25 años aproximadamente. A medida que aumenta la edad, las condiciones del sistema nervioso y vascular son diferentes. Además, aumentan las exigencias en la calidad de los estímulos.
5) Miedo a “ya no rendir”
Muchos hombres de más de 45 – 50 años desean tener la misma calidad y prontitud de reacción que 20 o 25 años atrás. El sentido común es el menos común de los sentidos para ellos. La exigencia aumenta, comienzan a aparecer temores a fracasar: se sienten “impotentes”, “acabados”, “viejos”, y comienza el círculo vicioso de rechazos – fracasos sucesivos.
6) Miedo a la "primera vez”
La primera vez con cada mujer puede producir una fuerte inhibición cuya consecuencia puede llegar a ser la debilidad o la inexistencia de la erección. Como en todas las cosas de la vida, para poder consolidar la confianza y la seguridad, son necesarias varias experiencias positivas.
7) Miedo a repetir el pasado
Las primeras experiencias dejan una marca a veces decisiva. En el acto sexual inicial, el hombre puede inhibirse, sentirse presionado, exigido… Este estado es pasajero en una gran cantidad de casos. Pero en muchos otros se mantiene el recuerdo de aquellas primeras veces angustiantes.
8) Miedo a perder “el torneo”
Ya sea porque han tenido malas experiencias previas, o porque factores educacionales y psicológicos los condicionan, estos hombres no se dirigen a dar y obtener placer. Para ellos el sexo es un torneo, donde se gana o se pierde (ni siquiera se empata); se gana cuando se ha conseguido una erección fuerte y sostenida; cuando se ha conseguido la erección apenas se toca la cama (no la compañera).
9) Miedo a defraudar al espectador “real”
Hay hombres que buscan exhibir como trofeo las erecciones, los orgasmos y las mujeres.
10) Miedo a defraudar al espectador “interno”
Hay hombres que no se exhiben frente a nadie, son adultos sin contacto con otros varones delante de los cuales “pavonearse”. Pero no es necesaria la existencia de público exterior. El “público” lo tenemos incorporado dentro de nosotros desde pequeños. Nos atormenta y nos reprocha cuando las cosas no salen como esperamos.
Cómo ayudarlo a que gane seguridad
* Darle a entender que a medida que avanzan nuestros conocimientos y nuestras experiencias, pisamos sobre terreno más firme y seguro.
* Considerar que cuando pasa el tiempo, y la mujer o el acto sexual ya no constituye un amenazante examen a su hombría, la erección y la eyaculación recuperan la función de otorgar placer.
* Explicar que a la cama no se va para asistir a un espectáculo. ¡Y mucho menos siendo uno el protagonista! El papel del buen amante exige entregarse a la situación, alejar los problemas de la mente, y no actuar en función de lo que la otra persona podría pensar de uno.
Extractos tomados del libro "El hombre sexualmente feliz. Del mito a la verdad científica", del doctor Juan Carlos Kusnetzoff, de Editorial Granica. Es médico especialista en psiquiatría y sexólogo, director del programa de sexología clínica del Hospital de Clínicas José de San Martín.
En los hombres existen situaciones psicológicas estrechamente unidas a lo sexual. Algunas de ellas son:
1) Miedo a no gustar
Es un problema muy corriente entre los hombres, que se inicia mucho antes de llegar al acto sexual. El deseo de ser reconocido, “gustar” a una mujer, ser deseado por ella, forma parte del contexto interpersonal necesario a los fundamentos de la propia identidad.
2) Miedo a no saber “encarar”
En el acercamiento a una mujer, un hombre puede tener miedo al rechazo expresado de casi infinitas maneras. Algunos temen parecer tontos o inseguros, otros, las posibles reacciones agresivas de la mujer. La necesidad de tener permanentemente ciertas garantías de éxito puede retardar mucho tiempo el mínimo acercamiento a la pareja potencial.
3) Miedo por lo que sucederá
Cuando estos hombres llegan al acto sexual, no están relajados, sino preocupados por lo que sucederá. El resultado siempre es una intensa pérdida de la espontaneidad, una carencia de placer y, por lo tanto, un déficit seguro en la calidad de la erección, lo que confirma la premonición del paciente: “¡He fracasado!”.
4) Miedo a no tener la erección
Muchos hombres temen ser rechazados si no tienen rápidamente una erección. Esto solo es posible –y no en todos los casos- cuando se es joven, entre los 18 y los 25 años aproximadamente. A medida que aumenta la edad, las condiciones del sistema nervioso y vascular son diferentes. Además, aumentan las exigencias en la calidad de los estímulos.
5) Miedo a “ya no rendir”
Muchos hombres de más de 45 – 50 años desean tener la misma calidad y prontitud de reacción que 20 o 25 años atrás. El sentido común es el menos común de los sentidos para ellos. La exigencia aumenta, comienzan a aparecer temores a fracasar: se sienten “impotentes”, “acabados”, “viejos”, y comienza el círculo vicioso de rechazos – fracasos sucesivos.
6) Miedo a la "primera vez”
La primera vez con cada mujer puede producir una fuerte inhibición cuya consecuencia puede llegar a ser la debilidad o la inexistencia de la erección. Como en todas las cosas de la vida, para poder consolidar la confianza y la seguridad, son necesarias varias experiencias positivas.
7) Miedo a repetir el pasado
Las primeras experiencias dejan una marca a veces decisiva. En el acto sexual inicial, el hombre puede inhibirse, sentirse presionado, exigido… Este estado es pasajero en una gran cantidad de casos. Pero en muchos otros se mantiene el recuerdo de aquellas primeras veces angustiantes.
8) Miedo a perder “el torneo”
Ya sea porque han tenido malas experiencias previas, o porque factores educacionales y psicológicos los condicionan, estos hombres no se dirigen a dar y obtener placer. Para ellos el sexo es un torneo, donde se gana o se pierde (ni siquiera se empata); se gana cuando se ha conseguido una erección fuerte y sostenida; cuando se ha conseguido la erección apenas se toca la cama (no la compañera).
9) Miedo a defraudar al espectador “real”
Hay hombres que buscan exhibir como trofeo las erecciones, los orgasmos y las mujeres.
10) Miedo a defraudar al espectador “interno”
Hay hombres que no se exhiben frente a nadie, son adultos sin contacto con otros varones delante de los cuales “pavonearse”. Pero no es necesaria la existencia de público exterior. El “público” lo tenemos incorporado dentro de nosotros desde pequeños. Nos atormenta y nos reprocha cuando las cosas no salen como esperamos.
Cómo ayudarlo a que gane seguridad
* Darle a entender que a medida que avanzan nuestros conocimientos y nuestras experiencias, pisamos sobre terreno más firme y seguro.
* Considerar que cuando pasa el tiempo, y la mujer o el acto sexual ya no constituye un amenazante examen a su hombría, la erección y la eyaculación recuperan la función de otorgar placer.
* Explicar que a la cama no se va para asistir a un espectáculo. ¡Y mucho menos siendo uno el protagonista! El papel del buen amante exige entregarse a la situación, alejar los problemas de la mente, y no actuar en función de lo que la otra persona podría pensar de uno.
Extractos tomados del libro "El hombre sexualmente feliz. Del mito a la verdad científica", del doctor Juan Carlos Kusnetzoff, de Editorial Granica. Es médico especialista en psiquiatría y sexólogo, director del programa de sexología clínica del Hospital de Clínicas José de San Martín.
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